En el reino de Westeros, donde la lealtad y la venganza eran las monedas más valiosas, un error fatal había sido cometido.
" No mataron a cada uno de los Stark. No, no, ese fue su error. Debieron acabar con todos, no dejar ninguno. Deja a un lobo vivo y las ovejas no estarán a salvo ".
Daira Stark, había crecido bajo la sombra de la gran casa del Norte. Aunque su sangre no era pura, su corazón siempre había pertenecido a los Stark. Y cuando la masacre de su familia llegó, Daira supo que su destino estaba sellado.
El dolor y la rabia ardían en su corazón como un fuego inextinguible. La masacre había dejado una cicatriz profunda en su alma. Pero de las cenizas de su dolor, nació una determinación férrea. Una sed de venganza que la consumía por completo.
Con la muerte de sus seres queridos, ella se convirtió en el lobo que los asesinos no habían logrado matar. Y cuando la llama de su ira se avivó, un dragón salvaje respondió a su llamada.
La venganza era su único objetivo. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para asegurarse de que los responsables de la caída de los Stark pagaran por su error.
Porque en Westeros, la venganza no era solo un derecho, sino un deber.