Nadie tenía el derecho de romperte el corazón, ¿quién es capaz de hacer semejante atrocidad?-Exclamó Leviathan.

La pelinegra sin más, volteo a verlo y con lágrimas en los ojos, le respondió:
-Él mismo a quien le has dado la oportunidad de soñar, de conocer el deseo más profundo y las malditas ganas de poseer lo más repugnante de su mente, a ese mismo le diste el derecho de romperme no solo el corazón, sino también el alma. Mi querido Leviathan no eres más que un ser maligno que lo atormenta, ¿ahora te importa que a tú pequeña le hayan roto el corazón? No hay que ser un estúpido para saber que eres un sarcástico mentiroso, quien eras tú quien entraba por sus ojos y salias por su boca, al final todos tienen razón, que cada quien, cargue con sus propios demonios.
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