En un océano, alejada de toda superficie terrestre, lo único visible el cielo y la infinidad de agua.
Ya no sé si estoy nadadando o al fin ahogándome.
Estoy aguantando la respiración, ¿llegaré al otro lado antes de que no quede nada? No lo sé, pero moriré intentándolo.
El sol me dice que continue, que merece la pena, las estrellas me dan esperanzas, la luna siente mi desesperación y me acompaña cada vez que siento estar en el fondo de aquel abismo.
La imaginación es lo único que me queda.
Por eso, antes de que pierda todo mi ser, prefiero compartirlo.