Hola a quienes leen lo que comparto por aquí…
Hoy quiero contar algo triste. El pasado 30 de junio tuve que despedirme de mi perrito viejito, Renji. Lo tuve conmigo 18 años, y sé que me duró tanto porque lo amaba con el alma… y él sabía que yo lo necesitaba.
Su partida me dolió profundamente. En la veterinaria lloró conmigo, como si supiera que había llegado el momento. Querían que lo dejara internado, hacerle análisis... pero yo sentí que ya era muy tarde y que eso solo alargaría su sufrimiento. Por eso busqué otra opción, y una veterinaria con sensibilidad me dijo lo que yo ya intuía: que lo mejor era dejarlo descansar. Lo dormí con el corazón roto, pero con la certeza de haber hecho lo correcto.
Renji ya no sufre. Está en paz… y sé que me esperará el tiempo que haga falta para reencontrarnos. Por ahora, tengo mucho que escribir y tres adorables perros que también merecen mi cuidado y cariño.
Gracias, Renji. Siempre serás parte de mí.
