"Las gotas de sudor se mezclaban con las gotas carmesí, que bajaban lenta, pero abundantemente de las heridas de su cuerpo. Las miradas estaban posadas en aquella chica, el pelirrojo y el pelinegro se quedaron impactados cuando la vieron entrar por la puerta. El demonio, tras verla, quedó atónito por ver a su pequeña en ese estado. Dejó de lado sus instintos de pelea y corrió a su lado. La chica tenía el rostro oscurecido y sabía muy bien que, en frente de ella, se encontraba su primer amigo. Pero... El dolor de perder a la única persona que la hizo sonreír hizo que el profundo deseo de venganza saliera de su escondite, recorriendo así los pasillos de su mente. Con una mano apretó el mango de su espada y con la otra se ayudo para clavarle la espada al demonio en el abdomen; para así hacer un corte horizontal, dejando que la sangre y los intestinos saliesen de la herida:

- ¡¿Pero qué haces, pequeña?! - cuestionó el demonio a gritos. La chica levanto la vista, su mirada gélida se posó en los ojos del demonio para luego ver al pelinegro que corría hacia ellos empuñando su espada. No pudo evitar soltar unas lágrimas a través de aquellos ojos vacíos -

- Perdóname, Akasa... Pero me quitaste a quien más amaba... Y ahora, solo quiero morir e irme con el... Lo siento... Akasa... - murmuró la chica mirándolo con ojos cristalinos -

Pese a que el mato a su amado, no podía evitar sentirse triste por alguien que la crío casi toda su vida. La muerte de la joven estaba llegando, y con dificultad se hecho en el suelo para así poder aprovechar sus últimas horas de vida admirando lo que sería una pelea maravillosa...

~ Nuestro Mar en Llamas (en emisión)