La vida es demasiado efímera; constantemente pienso en mi muerte, pues es lo único seguro que tengo. A veces el miedo me invade y toma el control sobre mi propio cuerpo, me impide respirar. El tictac de mi corazón me recuerda constantemente sobre los palpitidos de mis oídos, que el tiempo que se me otorgó es prestado y algún día he de pagar lo que se me ofertó, entregando a la muerte los recuerdos, las risas y las lágrimas que experimenté.

Sin embargo, eso hace más bella mi vida, pues me recuerdo lo importante que es vivir con intensidad, realizar eso que quiero, viajar a donde puedo, reír hasta que duela mi estómago y bailar con quienes amo. Si esta vida algún día he de devolverla, quiero tener la seguridad de que hice lo que me dio la maldita gana. 

Entonces con miedo, pero cubriéndose de ella una gran esperanza, aquí me tienes, escribiendo para ti.