Te permito acariciarme bajo la falda,
sé de tu naturaleza perversa. Amo tus manos, nudos en mi garganta,que ahogan mis gritos, liberando el placer.
"¿Te gusta?" preguntas con voz suave,
un halo de inocencia en tu rostro.
Aprietas mi entrepierna, me obligas a cerrarla, con fuerza, impotente ante tu control.
"¿Puedes ir más lento? Es demasiado para mí",
siento cuchillos en mis entrañas, la sangre brota, siento que me desangro, perdiendo mi esencia en cada estocada.
Sin palabras, el acto continúa,
frío como Alaska, glaciares derritiéndose.
Y yo, perdiendo mi virginidad,
sin sentir seguridad, solo vacío.