Suspiró, exhalando lentamente el oxígeno que llenaba sus pulmones. Hasta que no quedó un apice de aire en su sistema; su corazón latía con emoción, y su cerebro se llenaba de aquella serotonina que hacía sentirlo en las nubes.
No podía desear nada más en el universo; ni siquiera ser rey valía la pena si no podía reinar al lado de su amada. Solo ella, el sentido de su felicidad, la razón de su cordura, su esposa, el centro de su universo. Ella y nadie más. — Confieso que eres la mujer más fuerte que conozco, sabes que me arrodillaria ante ti; pero tu físico no deja de ser el de una diosa. — murmuró mientras acariciaba aquellos mechones de cabello blanco, que caían como una cascada congelada; tan suave ante su tacto, disfrutaba de mimosearla.
Sus esmeraldas detallaban cada centímetro de la anatomía facial de la aludida, disfrutaba de vislumbrar aquella belleza Targaryen. Ni en sus mas de mil años de vida había cruzado camino con una midgardiana tan bella, que con una sola sonrisa lo tenía de rodillas. — Me siento más tranquilo ahora que estoy aquí. — Confesó con ánimos, mientras enredaba sus falanges en la cabellera de la mujer.
@MissTxrgaryen