SoyGetaMartel
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤSe acerca con una sonrisa que no tiene nada de amigable, pero que se ajusta a las formalidades sociales de una manera apenas correcta. Su voz es fuerte y jovial, diseñada para avergonzar o incomodar al joven Príncipe. ⸺ ¡Ah, Príncipe Hal! El hijo de la Reina de Negro, o casi. Una bienvenida a Lanza del Sol. Vuestro viaje ha debido ser largo y aburrido, imagino. El mar es tan monótono. ⸺ Geta lo toma del hombro con una familiaridad excesiva e inapropiada, acercándose para susurrar, aunque su susurro es lo suficientemente audible para cualquiera que esté cerca. ⸺ Príncipe, bienvenido. Permitidme, como vuestro anfitrión, daros un consejo vital para vuestra estancia: Ignorad la política por una noche. Es tediosa y no vale la pena la juventud. ⸺ Su sonrisa se vuelve lasciva y cruel, la burla brillando en sus ojos. ⸺ Yo os recomiendo encarecidamente ir a los burdeles de la ciudad exterior. Es el único lugar donde la franqueza es bienvenida. Ya sabéis, las doncellas de la corte son bellas, pero están cargadas de intenciones. Los burdeles son honestos. ⸺ Aprieta el hombro de Hal y se echa a reír, una risa seca y forzada. ⸺ Y creedme, Príncipe. Las mujeres de Dorne son calientes en la cama. Un fuego que no encontraréis en Desembarco del Rey. Os aliviará la tensión de vuestro linaje. Y recordad: lo que pasa en Dorne, se lo contamos a vuestra madre. Es broma... aunque una broma que podría hacerse realidad si no tenéis cuidado. Disfrutad de vuestra bienvenida.
SoyValBlackwood
valaena se detuvo en seco, apenas a unos pasos de la entrada arqueada donde su doncella, con una bandeja de plata con un cuenco de agua y una toalla fina, esperaba pacientemente. la voz dura y la postura agresiva del noble le hicieron olvidar el cansancio por el calor del sur. lo miró de arriba abajo, sin parpadear. el pelo rojizo era una marca inconfundible de su casa, pero el disgusto congelado en sus ojos y la arrogancia que exudaba eran un contraste total con los recuerdos de su infancia. ╱ lady valaena, en efecto. confirmó con una voz clara y uniforme, sin una pizca de disculpa. la educación se impuso, negándose a permitir que la insolencia de él la doblegara. ╱ y no, mi señor. no hemos organizado una recepción, ni mi intención era estorbar el camino de nadie. estaba regresando a mis aposentos. si usted tiene una queja sobre la gestión de la realeza en su agenda, le sugiero que la presente a quien corresponda, no a una dama que solo busca lavarse el rostro. pero debo decirle que me sorprende encontrarlo aquí. y si la memoria no me falla... usted no se parece en nada a su hermano mellizo, harald. él era mi amigo de la infancia y, francamente, mucho menos... intolerante con la presencia de la gente. ahora, si me disculpa, no tengo la intención de reemplazar a nadie en ningún juego.
SoyHaraldVelaryon
Harald giró la cabeza lentamente, enfocando su mirada intensa en el rostro de su gemelo. No había ni ira ni sorpresa en sus facciones, solo una calma pétrea que hacía el juicio de Hal parecer infantil. / No he venido a complicar nada, Hal / replicó Harald, su voz era grave y mesurada, sin alzar el tono, lo que obligaba a su hermano a escuchar con atención / No me interesan tus pequeños juegos de poder, ni tu gloria solitaria. / Se acercó un paso, su presencia eclipsando momentáneamente la luz del sol reflejada. Jacaerys está ocupado en la Boda de Dragón y Lucerys está con Corlys. El deber de la Casa Velaryon no se detiene porque tú hayas recibido un encargo privado. Mamá necesita que la Casa esté bien representada en un momento de vulnerabilidad. Y eso es lo que hago. Y en cuanto a tu encargo singular, no te engañes. Mamá sabe que Dorne es una tierra de escorpiones. No confía en que nadie, ni siquiera en ti, pueda bailar solo en esta arena sin un par de ojos extra / Volvió a dar media vuelta, dando la espalda a Hal para observar el estanque, como dando por zanjada la discusión. / Estoy aquí para asegurar el éxito, Hal. Si eso significa que tienes que dejar de lado tu necesidad de exclusividad, lo harás. Te advierto yo a ti: deja tu resentimiento y concéntrate en la tarea. Hay suficiente dolor en este palacio sin que tengamos que añadir nuestras nimiedades. Tu encargo, mi deber. Ambas cosas suman para nuestra madre.
SoyHaraldVelaryon
Esperó un momento, dejando que el significado de sus palabras se asentara, sin intentar liberarse del agarre. / Ahora, dime tú. ¿Cuál es la 'decisión crítica' que tengo que evitar? Habla con claridad, y rápido. Porque aquí, en Dorne, los que dudan o mienten son los que acaban en el desierto.
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SoyHaraldVelaryon
El agarre de Hal fue inesperado, pero Harald no reaccionó con una resistencia física. no mostraron parpadeo ante la proximidad, ni ante la amenaza del fuego de Balerion La furia de su gemelo era tan transparente como el agua del estanque, y Harald la percibió no como un peligro, sino como una debilidad. / Quita la mano de mi hombro, Hal. ordenó Harald, su voz apenas un murmullo que cortó el aire con más filo que cualquier grito. No era una petición, sino una instrucción fría y definitiva Estás perdiendo tiempo precioso en una necesidad patética de reafirmación. Permitió que el silencio se extendiera por un instante antes de continuar, hablando directamente a la furia de su gemelo. Sí. Soy la sombra, si eso te hace dormir por las noches. Mamá no te envió solo porque tu enfoque es demasiado… tú res volátil y te mueves por la pasión de la sangre. Yo, en cambio, cuento los costes. Por eso, ella no confía en que tú solo mantengas la cuerda tensa en una tierra donde la traición es tan natural como respirar. El agarre de Hal se intensificó, pero Harald no se inmutó. ¿Mi encargo? Mi encargo es el equilibrio, hermano. El tuyo es el golpe de espada, el mío es la vaina que asegura que no te degüelles a ti mismo al sacarla. No estoy aquí para complacerte, ni para ser tu compañero, ni para ser tu arma. Soy la póliza de seguro de nuestra madre. Puedes jurar por el fuego de Balerion si quieres. Pero entiende esto: si mi presencia pone en peligro tu misión, es porque tu misión estaba mal concebida desde el principio. La única línea que me importa no es la tuya, sino la que separa a Rhaenyra del fracaso Ahora, ¿mi encargo? Ya lo has oído: observación y apoyo estratégico donde sea necesario. No tengo una agenda oculta más allá de asegurar la posición de nuestra Casa. La verdad es simple, Hal, y por eso te cuesta creerla.
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SoyMeriaMartell
— Meria alzó la vista lentamente de los pergaminos que revisaba. Los ojos de Hal no lograron hacerla pestañear, es más, le sostuvo la mirada. Enrolló los pergaminos lentamente sin decir nada, ni levantándose. Su autoridad no necesitaba de gestos exagerados, ella era tan natural como el calor del sol dorniense – Hal Velaryon. Sí, tenemos asuntos que discutir, pero permíteme decirte que tomes las cosas con calma. Los jardines de mi difunta madre no son antesala para la desesperación.
SoyMeriaMartell
— Meria no se alteró del todo, Colocó el último pergamino con la misma calma sobre el banco de mármol y se levantó para mirarlo mejor. Sus ojos no reflejaban enfado, sino una lástima fría y cortante como el filo de una daga dorniense – Lord, usted olvida que la lealtad no se compra como un saco de trigo. Se siembra, Se riega con respeto y se cosecha cuando ambas partes comparten el mismo sol...Pero no estoy en condiciones para hablar de política. Mi casa se mantiene de pie mientras la suya se desangra en esa guerra, y aún así no entiendo que quiere su madre con nosotros
— Hizo una pausa mirando hasta otro lado – le sugiero que lo discuta con mis hermanos, mi Lord.
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SoyEiraBlackwood
Príncipe Hal. —pronunció—. Que vuestro espíritu, siempre tan vivo, traiga un poco de claridad a estos días nublados por la pérdida. Su presencia es bien recibida.
SoyEiraBlackwood
/ su serenidad permaneció intacta, como si cada palabra áspera que él dejaba caer simplemente se deslizara sobre la superficie suave de su carácter sin dejar mella. Sus ojos siguieron al príncipe con una calma tan profunda que rozaba desconcertante. Cuando él pasó junto a ella, Eira giró apenas el rostro, lo suficiente para escucharlo con claridad. No protestó. No se defendió. No se disculpó. Pero la dulzura en su mirada cambió… no en agresión, sino en una suavidad más afilada, más consciente—. Príncipe Hal. —dijo ella en un murmullo templado, sin intentar detenerlo, sin colocarse en su camino—. No buscaba su atención, sino sencillamente mostrar respeto en un hogar que no es el mío. —su tono era cálido, amable… pero no vacío. Llevaba un peso tranquilo, casi maternal, como quien entiende que otro habla desde un dolor aún sin nombre—. Y no soy tan ambiciosa como para desear captar más miradas de las necesarias. —añadió con una dulzura teñida de verdad—. Créame: si quisiera destacar… no lo haría con palabras. —dejó que la frase se posara sin aspereza, sin coqueteo, sin veneno. Era una simple verdad envuelta en un tacto amable. Eira inclinó un poco la cabeza, un gesto elegante que no era sumisión, sino una despedida consciente—. No os volveré a interrumpir. —concedió con una quietud llena de gracia—. Pero tampoco necesito que creáis en mis motivos para actuar con decoro. Mis acciones hablan por mí, incluso cuando otros deciden juzgarlas. —alzó la mirada hacia él justo cuando él terminaba de alejarse, no para retenerlo, sino para asegurar que sus últimas palabras llegaran:— Que encontréis claridad en vuestros asuntos, mi príncipe. Y un momento de paz en medio de un lugar que sé… no elegisteis.
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SoyEiraBlackwood
/no retrocedió cuando Hal terminó de hablar. El filo de sus palabras no la cortó; simplemente pasó por ella como el viento caliente del desierto. Se limitó a observarlo con una serenidad casi desconcertante—. Príncipe Hal. —respondió con un tono suave, pero innegablemente firme—. No pretendía traer claridad donde no la desean, ni ofrecer palabras que juzgue vacías. Solo mostraba la cortesía que corresponde a un aliado de mi reina. —la joven inclinó la cabeza apenas un gesto, más por respeto hacia sí misma que hacia él—. Si vuestra presencia aquí no es por elección, entonces comprendo mejor vuestro descontento. Pero os aseguro que no soy un obstáculo en vuestro camino ni en vuestros asuntos. —su mirada, tranquila y oscura—. Y no os preocupéis por mis motivos, príncipe. Si tuviera algo que pediros, lo diría con claridad. No necesito provocar dramas ni esquivarlos. —fue solo entonces cuando se apartó un paso, sin prisa alguna, apenas suficiente para dejarle pasar si así lo quería—. Podéis continuar vuestro camino. No lo interrumpiré más.
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