—su sonrisa se mantenía firme en su rostro,
pero cuando el pelirrojo mencionó las pala
bras "no sé", ésta se desvaneció casi de in
mediato. porque, siendo honestos, el chico
tenía razón. sus personalidades eran dema
siado chocantes, lo cual provocaba que los
dos pelearan más de lo que la castaña podía
llegar a querer, y la aterrorizaba perderlo. no
sabía qué sería de ella si el ojiazul se alejaba
de ella, le dolía, le lastimaba pensarlo. ellos ni
siquiera estaban juntos, pero el pensamiento
de llegar a perderlo la hacía llorar. al fin y al
cabo, él era su mejor amigo, y lo seguiría sien
do a pesar de que había una conexión amoro
sa entre los dos. él la molestaba, le hacía eno
jar, la irritaba. la de cabello rizado podía llegar
a odiar la forma en la que el pelirrojo leía su
mente. odiaba cuando el la hacía reír, y peor,
cuando la hacía llorar. odiaba admitir que, a
veces, el chico tenía la razón. pero lo que más
detestaba, le molestaba, le irritaba, era la ma
nera en la que no podía odiar al pelirrojo. ni
un poco, no estaba ni siquiera cerca a odiarlo,
para nada. estar a su lado la volvía vulnerable,
hacía que su corazón se ablandara y se convir
tiera en algo dulce y desconocido para la cas
taña. anhelaba estar junto a él, tomar sus ma
nos, besar sus labios, estar entre sus brazos.
juntos formarían una delgada línea, y el cielo
nunca había estado tan celeste como en ese
día tan especial para los dos. todo lo que ha
bían vivido, desde el momento en el que él y
harry la salvaron de aquel troll en primer año,
hasta ese día, provocaban que su respuesta
fuese un—. claro que quiero ser tu novia, ron
—respondió, sonriente como nunca antes—.