Lo que publicó solía estar dividido entre cortas historias de terror y pequeños ensayos sobre mis reflexiones. Al día de hoy, la distinción dejo de funcionar. Escribo lo que siento esperando que a alguien le sirva para sentirse mejor, esperando que alguien se le mueva algo en el alma, en la mente, que la piel se les ponga de gallina al leerme.
Ya no hay historias de terror, ni profundas conclusiones sobre aspectos de la experiencia. Solo hay sentimientos, los invito a conocerme a través de ellos.