El misterio de cada veintiocho años
En un pueblo dormido, bajo el manto estelar, un eco resuena, un lamento en la bruma, cada veintiocho años, en la sombra, un altar, donde el tiempo se quiebra, donde el silencio se cluma.
Las risas se ahogan, los corazones palpitan, la luna testigo, su luz se va a ocultar, las sombras se mueven, los miedos se incitan, un antiguo secreto vuelve a despertar.
Susurros en callejones, sombras en la plaza, los rostros se dibujan, el miedo se agazapa, porque el asesino acecha, su mirada es la amenaza, en el ciclo eterno que el pueblo atrapa.
Historias contadas, leyendas de antaño, de un ser sin piedad, que la noche exalta, su risa un quebranto, su andar un extraño, cada veintiocho años, su alma se resalta.
Las puertas cerradas, las velas encendidas, los ancianos murmuran, castigos de un pasado, sus ojos están llenos de penas preferidas, cuidado quien duerme con el sueño apagado.
Cuando el reloj suene, cuando el sol se hunda, las campanas llamarán a un baile sin par, y el misterio oscuro, en la bruma se hunda, Cerrarás los ojos, sin atreverte a mirar.
¿Es fantasía? ¿Es horror? Nadie lo sabe, solo el eco del miedo resuena en la piel, un ciclo que vuelve, un destino que agrave, un pueblo en silencio, un adiós a su ayer.
Veintiocho años pasan, risas se desvanecen, el misterio persiste, como sombra en el sol, en la noche estrellada, los recuerdos se tejen, de un asesino que espera, el eterno farol.