Esta canción fue una simple guarangada para reirnos un poco de algo muy serio y triste que nos tiene las pelotas por el piso: LA VIOLENCIA.
Y no la violencia en el estadio. La violencia en si, que está instalada en nuestra sociedad.
Los violentos no saben de colores, ni de deportes. Un día pasa con un cuadro y otro día con otro. Y si terminan el fútbol se meterán en el basketball y si terminan el basketball crearán una hinchada de patinaje sobre hielo. Esto solo lo podemos parar nosotros siendo tolerantes, riéndonos de nosotros mismos, cargando al rival, no tomándonos el fútbol tan en serio y sobre todo recordando que somos rivales y no enemigos.
Y ojalá que los próximos clásicos no los jueguen ni en Miami, ni a puertas cerradas. Llenen el estadio con niños de las escuelas.
De todo el país. Por sorteo. Por mérito. Por cómo sea.
Que los clubes, como multa, paguen el transporte y los costos a las escuelas interesadas. Que por un año los cuadros grandes no puedan recaudar ni en un clásico de verano.
Que por un año los violentos se pierdan de lo lindo de ir a un
clásico y que los niños lo aprovechen.
Los niños del interior que nunca vieron al cuadro de sus amores
y los niños que nunca pudimos llevar a un clásico por miedo.
Que seamos el primer país con un estadio lleno de túnicas que apuesta a la educación como forma de detener la violencia.
Veamos como lo disfrutan ellos y aprendamos.
Canción: Desomenaje a la voda del violento que tiro la garrafa en el clásico Peñarol-Nacional 2016.