Otra vez es mi cumpleaños.
Todos estos años al reverendo pedo, sin poder acudir a quien quiero que me contenga porque de la nada ya no existo. Esperando mensajes de las personas que creo querer o apreciar, solo recibiendo silencio. Lo dije, quise no hacerlo para después no decepcionarme conmigo mismo por poner las expectativas altas, pero al final lo hice y me terminé tirando para abajo por pensar que iba a recibir un poco de amor. Pura mierda, siempre es pura mierda.
Me alegro haber pedido morir en uno de los deseos mientras soplaba las velitas. Morir el día que nací me parece hasta poético, y aunque nada haya valido la pena en esta vida, me alegro poder conocido a las personas que conocí.
Y bueno, la brecha nunca se quiebra. Siempre voy a sufrir en mi cumpleaños, tal vez un poco más que el anterior. En algún momento debe terminar, y lo juro que este va a ser el último en doler.