le es ineludible evitar que una de sus cejas se alce: aquel hombre, de grácil encanto y extraordinaria apariencia lucía ahora débil y frágil, encogido en toda su altura. los labios de la boticaria se apretan durante apenas unos segundos, otra acción irremediable para la escena a la que hacía frente.
en el peso del silencio sopesa el tono de voz del eunuco: hace un esfuerzo por descifrar si, en su lamentable amargura, se esconde algún resentimiento, la voz rota o algo que desvelara más sobre la vaguedad con la que dejaba a la deriva a la mujer.
──nadie puede controlar algo que se escapa de sus capacidades. ──expresa, y es consciente de lo lejana que suena su voz al hacerlo. ──no debería culparse de algo que no puede hacer suyo en primer lugar.
ella no necesita consuelo. él, en cambio, se le antoja como un niño abandonado a su suerte. torturarse a si mismo no le traerá paz alguna; o más bien, impedirá que pueda alcanzarla algún día.
──¿quiere tomar una infusión?