Tocayo, qué honor el mío, ¿no? Llevar tu nombre ha sido, sin duda, una carga peculiar pero no tanto como lo sería parecerme a ti. No todos logran insultar con tanta elocuencia sin darse cuenta de que se están describiendo a sí mismos porque si para ti ella se comportaba como una puta o una ignorante, al menos tuvo la decencia de saber cuándo detenerse y enmendar sus errores; tú, en cambio, pareces empeñado en repetir sus ‘virtudes’ sin descanso, y lo peor de todo, lo haces con un descaro que resulta casi admirable. Ah, y gracias por la bienvenida, I guess.