18.

Mientras se hundía en sus pensamientos, la puerta fue abierta, dejando ver a una mujer que supuso que iba a enseñarle el lugar con una sonrisa cálida.
            Salió del cuarto y camino a su lado, no escuchaba las indicaciones de aquella mujer y tampoco tenía la intención de hacerlo, se encontraba disociada.
            
            —Sientate aquí, enseguida vas a conocer a los demás y te vas a adaptar, es cuestión de tiempo, linda.
            Habló aquella voz femenina que venía torturando el oído de Claire hace cómo treinta minutos. Claire se sentó en un sofá en la sala dónde habían más pacientes, los examinó y juzgo a todos con la mirada, sin quitar esa pregunta de su cabeza de "¿Que hago aquí?". Se encontraba ida y sin saber bien cómo reaccionar aún, giraba su cabeza de lado en lado y mordía sus uñas, acortando poco a poco su tamaño que le había costado conseguir.

Había pateado y rasguñado a los enfermeros intentando liberarse, pero claramente no tuvo caso, la llevaron hacía un dormitorio bastante iluminado gracias a una ventana, tenía dos camas con sábanas blancas y cómo en todo ese hospital, hacía frío ahí.
            Antes de encerrarla por completo, se sostuvo con ambas manos del marco de la puerta, se había calmado un poco mientras la dirigían ahí así que dejaron a un solo médico a cargo de ella, grave error; aquel muchacho de unos veintiocho años intentaba tirarla hacía adentro, pero el agarre de la muchacha a pesar de sus frágiles huesos seguía intacto, y su mirada estaba fija en la mayor de los Farrell, quien sostenía sus bolsos y la miraba sin expresión alguna a una distancia considerable.
            
            — Saldré de aquí y te juro que te mataré, te juro por mi vida que no vas a poder vivir en paz.
            Habló, al terminar aquella frase aflojo su agarre y dejo que la metan en aquellas cuatro paredes. El doctor salió y miro a sus padres, les pidió que dejen sus bolsos y que lo sigan para terminar de firmar algunos papeles, aquellos rubios mayores de edad obedecieron, dejaron las cosas de su hija fuera de aquella habitación y siguieron al profesional.
            
            Habían pasado alrededor de dos horas, dos horas en las que Claire estuvo abrazando sus rodillas y llorando en aquel cuarto sin consuelo, no sabía cómo saldría, cuanto tiempo iba a estar ahí y tampoco sabía cuando podría ver a su hermano de nuevo.

— ¿A dónde vamos? 
            Musitó, fijando la mirada inexpresiva de sus dos padres, desde que se despidió de su hermano, no dejaba de temblar hasta ahora, podía considerarse el frío y los nervios que tampoco la ayudaban, estaba pálida y con sus manos apretando sus rodillas que solo eran cubiertas por unas medias de red blancas que combinaban con sus zapatillas blancas, pollera blanca y una chaqueta rosada que apenas la mantenía en una temperatura ambiente.
            
            El camino siguió y su mirada confusa no había cambiado, hasta que se convirtió en una de terror al ver que habían llegado a un lugar que claramente se veía cómo un hospital, y confirmo sus sospechas al bajar de aquel auto y leer ese cartel que indicaba que era un centro psiquiátrico.
            Caminó un par de pasos temblando, aunque apenas llego a la cuenta con sus padres y sintió cómo su madre la tomaba del brazo fuertemente.
            Comenzó a gritar, resistiéndose al agarre de su progenitora y entrando en más pánico cuando su padre tambien la tomó por el otro brazo, dejándola inmóvil y notando cómo ese aire frío que recorría su cuerpo desvanecía y la comenzaba a llenar un calor fuerte.
            Fue entrada a la fuerza, estaba siendo sostenida por otros médicos esta vez y aunque intentaba moverse con todas sus fuerzas, no era capaz de liberarse de aquel agarre.
            Los dos adultos Farrell, iban detrás de ella, su padre con su maleta y su madre con otros dos bolsos, le habían empacado absolutamente todas sus cosas, menos algunas prendas que su mamá decidió quedarse para ella. Los dos tenían entendido algo y era que no verían a su hija en un largo tiempo.
            
            — ¡Sueltenme! ¡Por favor, no estoy loca!
            Gritaba, la mirada de preocupación de los médicos era notable, y si había algo que odiaba era que la miren con lástima.
            — ¡Basta! ¡Les juro que fue culpa de ellos!
            El eco golpeaba todas las paredes y la paz que llenaba aquél lugar había desaparecido, ella había llamado la atención de todos y logro alterar a uno que otro loco ahí.