Alie.

Todo en nosotros grita que somos una buena combinación, amor. ¿Te hubiese defendido de los imbéciles que tengo de compañeros de haberte ignorado en los pasillos? Logras cautivar a cualquiera y lo sabes bien. De alguna forma u otra, habríamos terminado así: conmigo llevando tus libros a todas las clases y contigo apegada a mí en todo momento. Son sólo hechos, no se trata del ego, pero amaría ver cómo crees que puedes apaciguarlo. ¿Tienes deseos de ser castigada? Prefiero dejárselo a otras parejas, tenemos suficiente con tus perversidades. Terminamos en la misma ecuación conmigo perdiendo o no un juego, sólo que al ganarlo dejo caer toda mi efusividad en tu coño. Aunque me dejaste con deseos de cumplir aquel capricho, amor. ¿Debo perder el próximo partido sólo para descargarlo todo en ti? Tendrás que alejarte del campo antes de que te rapte y te folle hasta que olvides todo en las mismas gradas. 

Mi polla es lo único sensible en éstos momentos, princesa. Y es debido a lo caliente que luces y a lo poco que te he follado en el día. Fallas en el sistema.

Parece que mis palabras no quedan resguardadas en esa cabecita, Alie. ¿Debo tatuar tu nombre en mi pecho o uno de tus preciados lazos para dejarle en claro a todos que te pertenezco y te quedes tranquila? Después de todo, no sería el primero que es debido a ti. Te lo he dicho antes, ¿no es así? Puedes estar enfadada conmigo tanto como lo desees, pero aún así ningún imbécil se acercará a ti. Nadie más que yo tiene ese derecho, princesa. A sus ojos serás la reencarnación de la peor infección vista en Davenport, por lo que ninguno deseará jugar a la doctora juguetes contigo. Y deja de hacer que esas mierdas salgan de tu boca, ¿o debo recordarte que tengo límites incluso cuando se trata de ti? No me hagas llegar ahí. Si tanto deseas crear escenarios, ¿por qué no lo cambiamos a uno mucho más convincente, cariño? Te colocaré sobre mis piernas luego de la práctica del viernes frente a todos los que estén en el camarín y te follaré tan duro como te gusta que gritarás mi nombre para que lo escuchen con atención. Incluso te daré la oportunidad de elegir tu posición favorita. Se asegurarán de no voltear a verte más de una vez cuando termine contigo. Publica ese anuncio, princesa, y agrégale datos importantes para hacerlo más interesante. Como lo mucho que te gusta montarme mientras me aferro a tu cabello con mis manos y dejo tu cuello completamente a mi disposición para dejarte marcas. O puedes hablar acerca de tu obsesión por tener mi boca en tu coño mientras te pruebo hasta el cansancio, contigo rogándome que pare de lo sensible que estás. Todo lo que viene de ti es apropiado. ¿Todavía crees que tenemos etapas? Deja de aferrarte y dame todo lo que desees.

Debes aprender a elegir tus batallas basándote en cuáles puedes ganar, Alhena. ¿Recuerdas lo que te he dicho antes? No importa cuántos límites coloques, tocaré lo que me pertenece cuando lo desee. Sé cuánto te gusta dar pelea a final de cuentas. Me gusta tu posesividad, cariño, pero todavía no logras igualarme. ¿Acaso es culpa mía recibir confesiones y halagos? Que mi encanto sea más fuerte que mis palabras no me compete. Ninguna de ellas significa algo y lo saben, a diferencia de ti, que pareces tenerme como al peor monstruo teniendo en cuenta tu pensamiento ante cualquier cosa que hago. Mataré a cualquier bastardo que decida mirarte y no es sólo palabrerío, y me conoces lo suficientemente bien como para saber que estoy siendo sincero. Tendrás que asumir las consecuencias con el castigo que decida darte, junto a las perdidas beneficiosas —para mí— que recaerán en ti. Te reto a que vuelvas a decir eso, cariño. Trae a conversación a aquel profesor por tercera vez y verás cómo terminará. Ya es hora de que comiences a aceptar que eres mía, así que deja de luchar y de actuar como si fuese al contrario. ¿Me estás dando un ultimátum, princesa? Aunque me encanta que defiendas lo que crees, ya no es necesario; eres mi reina y todos lo saben. Excepto tú. Saben que eres tú la que está en mi mente todo el jodido día, incluso en las noches, y que te pertenezco tanto como tú a mí. No me amenaces con algo parecido a despedirme de ti, no pasará y no te gustará mi reacción. Terminé de darte libertad, así que acepta que perteneces a mi lado y deja de joder con mi poca paciencia. 

Mírame hacerlo. ¿Sucede algo con que sean mis compañeros? Al fin y al cabo, son desechables. Quizá debería deshacerme de los mencionados, ¿no lo crees? Después de todo, tampoco podrán practicar con sus huesos rotos. Me da igual si están heridos o no, princesa, mientras no toquen lo que es mío. Y no, no comparto. Tus manos que parecen reparar todo daño sólo están para curar mis heridas. No aprendes francés con otros. No los miras. Y jodidamente no respiras cerca de ellos. ¿Están claras esas reglas? Seré cruel con todo aquel que amenace mi paciencia. ¿Ese profesor? No ha hecho nada, pero caerá de igual forma debido a ti, cariño. Sabes mejor que cualquiera lo poco que aplico la violencia en comparación al resto en el último tiempo, pero podría hacer una excepción por el que amenaza con mis nervios; que no te sorprenda si aparece en un par de días con la cara partida a dar clases. Recaerá en ti. ¿Debo explicártelo? Te quiero de rodillas mientras me llevas a tu boca, es lo único en lo que he pensado desde que apareciste frente a mí está mañana: en tus labios alrededor de mi polla. Y no servirá para quitar mi malhumor, tendrás que hacer más.

Mis reclamos no parecen ser suficiente, teniendo en cuenta que mi premio está con la cabeza en lados equivocados. ¿Qué es eso de estar curando las heridas de otros chicos, cariño? ¿Ahora eres la enfermera del equipo? No esperes lindas palabras de mi parte si estás hablando de otros frente a mí. ¿Debería hacer algo con ese profesor? Se ha vuelto mi persona menos favorita en cuestión de segundos. Te aceptaría de rodillas, aún más con un propósito exacto, pero estás arruinando mi buen humor.