El calor de la vergüenza subió rápidamente por su rostro, ocasionando que sus mejillas se pusieran ligeramente sonrosadas. Joder. Debía estar pasando ahora mismo una de las más grandes vergüenzas de su vida, y él, por lo general, solía pasar muchas, sobretodo cuando tenía que secundar a su hermana melliza en todas sus ocurrencias.
—El mismo, en vivo y en directo. —una de sus manos se dirigió inconscientemente a un rizo rebelde del cabello de Amélie, y Ryker aprovechó para acomodarlo detrás de su oreja, demorándose unos segundos de más para poder sentir el tacto de su, por ahora amiga, contra su piel. —Yo debería hacerte la misma pregunta, ¿no me habías prometido que tratarías de ser más puntual con tus horarios? —estaba a punto de seguir recriminandola cuando se sintió completamente desestabilizado por los brazos de la chica alrededor de su cuello. ¡Por Rowena! Amélie lo estaba abrazando y él se había quedado de piedra. —Je vois que vous n'avez pas tenu votre promesse. —balbuceó en su idioma natal, tratando de recuperar el hilo de la conversación, sin embargo, seguía sin poder recomponerse.
Se golpeó mentalmente y se maldijo a sí mismo aproximadamente unas veinte veces antes de reaccionar. Finalmente pasó sus manos por la cintura de su amiga y la atrajo aún más a su cuerpo. Si de él se tratase, no la soltaría jamás. —Hueles a flores. —comentó, más por el nerviosismo que por otra cosa.