—¿Mi lugar? — Repitió, dejando escapar una risa grave, dio un paso adelante, invadiendo el espacio ajeno como una burla. — No necesitas recordarme cuál es mi lugar, porque me he encargado de demostrado con sangre, sudor y mi propio sacrificio. Yo soy quien se encarga de que tu amado "Tezcatlipoca" tenga un rincón donde jugar con sus espejos. — Se inclino lo suficiente, dejando entrever en sus labios una sonrisa satisfecha.—
No te confundas: no soy yo quien se siente inferior, sino tú quien intenta elevarse a un nivel que no le pertenece. Hablas como si la devoción hacia Tezca te diera el derecho de venir aquí a retarme, como si tu amor por él fuera suficiente para borrar siglos de su naturaleza. Puedes llamarme "hermano" con desdén y desprecio si quieres, pero recuerda, ¿quién soy yo para Tezcatlipoca?, soy el dios que siempre ha estado ahí, enfrentando sus traiciones, sus juegos y sus sombras. ¿Quién eres tú, Apep?, tan solo un amante más que llegó ayer y ya cree saberlo todo. Si quieres medir tu fuerza contra la mía, adelante. Pero entiende esto: si decides enfrentarte a mí, no solo demostraré cuál es mi lugar. Te mostraré el tuyo.