¿Ah, Elliot? Nunca habían recibido mi presencia con tanto agotamiento. ¿Será que aquel acontecimiento que te obligó a apurarte te dejó cansada? Cuéntame, vamos. Prometo no entrometer más mis narices si satisfaces mi curiosidad, tan solo quiero saber si mi deducción fue correcta porque no encuentro otra explicación semejante a tu reacción por mi acto bondadoso. Cierto, muy cierto, Hayes. Eres la mayor atracción aquí, todos los ojos están puestos en ti. ¿Eso te pone nerviosa? Yo lo estaría. Pero descuida, no vengo aquí para tratarte con diferencias, solo a ofrecer mi amistad y devolverte tu libro. Debo ser, probablemente, el primer o segundo joven aquí que te ha tratado amablemente, me imagino. Lo supuse por tu manera de hablar sobre nosotros, los que pasamos años aquí. No creas que el convivir mucho tiempo los unos con los otros nos volvió carne y uña, hay demasiados aquí con los que nunca entablé conversación en mi vida. Y otros que me odian, esos sí son muchos. Te darás cuenta, tarde o temprano, que seas nueva, intrusa o lo que sea no es la razón (o la única razón) por la que te odian. La mayoría de los estudiantes tiene enemigos, así como amigos. Ahora, ¿dejarás que mi brazo se canse por estar extendido para ti en modo de tregua amistosa o lo aceptarás? No planeo ser uno de tus enemigos, Hayes. Espero que lo sepas. ¡Eh, que no les robé! ¿Hiciste oídos sordos en medio del relato? Simplemente los tomé porque llamaron mi atención, pero los devolví al cabo de unos días, lo juro.