"el siguiente recuerdo es que estoy sobre una mesa, todos se han marchado: el más valiente bajo los focos, amenazante, tumbándome a golpes…. y después un tipo asqueroso de pie, fumado un puro: “chico, tu no sabes pelear” me dijo. y yo me levanté y le lancé de un golpe por encima de una silla. fue como una escena de película y allí quedó sobre su enorme trasero diciendo sin cesar: dios mío, dios mío, pero ¿qué es lo que te ocurre? y yo me levanté y me vestí, las manos aún vendadas. al llegar a casa me arranqué las vendas de las manos y escribí mi primer poema. no he dejado de pelear desde entonces."
pelear. eso hoy en el día apenas tenía sentido. nyx había sido, además de príncipe y heredero al trono de los ekats, un gran guererro para su corta edad, pero sus luchas no terminaron de librarse en el campo de batalla. arrastró la agresividad hasta su adicción creciente al alcohol, luchó por el trono en terabithia y ahora se encontraba luchando una vez más por su propia vida, por su adicción a la droga, por la sangre alguna vez derramada. la peor pelea es la que se libra con uno mismo.
y aunque la peor pelea sea la que se libra con uno mismo, la vida no es que lo ponga muy fácil. había gastado todo lo que llevaba en drogas y alcohol, y estaba hambriento. no era un vagabundo, tenía un piso, a pesar de su condición como mago iba a la escuela, se había conseguido un trabajo a medio tiempo, pero bajo el efecto de los estupefacientes apenas podía recordar nada. recurrió a algo que jamas fallaba: robar. en lugar de asaltar al primer transeúnte que se le cruzó, decidió acercarse, civilizadamente. sabía algunos trucos, y si se complicaba, usaría la magia. —perdón... ¿me puede decir la hora que es?