Sabes que jamás me cansaría de aquello. Eres el ser más precioso que he visto y estoy fascinada con tu belleza. /exclamó la joven diosa, trepándose sobre la fornida complexión del rey y así terminando sobre su espalda.
¿Tengo que recordarte lo precioso que eres? Se me antoja hacerlo. /La norteamericana sonrió, sosteniéndose en sus puntitas de pie y depositando suaves besos por el rostro de él.