luce… nunca nadie me había llamado así, pero en tu voz suena como si siempre hubiera sido mío. es un nombre que no grita, que no pretende, solo existe… brillando de manera sutil, como esas estrellas que no buscan ser las más grandes del cielo, pero que aún así lo hacen más hermoso.
y si una constelación necesita otra para brillar, entonces dime, ¿cuál eres tú? porque yo no quiero estar sola en este cielo. quiero verte ahí, iluminando conmigo, entrelazando nuestras luces hasta que sea imposible distinguir dónde termina una y empieza la otra.
así que sí, acepto. acepto este pequeño destello que me ofreces, lo guardo entre mis dedos como si fuera algo frágil, aunque sé que no lo es. porque si vino de ti, entonces es tan fuerte como el universo mismo. y dime… ¿qué hacemos ahora con todas estas luces? ¿las dejamos flotar en la noche o las convertimos en un camino que nos lleve a algún lugar solo nuestro?