Shiera lo mira con una mezcla de diversión y dulzura, dejando que sus palabras juguetonas cuelguen en el aire.
—¿Sufrir?— responde, con una sonrisa traviesa. —Tal vez solo un poco... pero no te preocupes, no planeo hacerte sufrir demasiado— susurra, acercándose a él de forma deliberada, sus ojos fijos en los suyos. —Si eso te hace sentir afortunado, entonces estoy haciendo algo bien— añade en un tono bajo, casi seductor. Y justo cuando la tensión parece llegar a su punto más alto, se inclina ligeramente y, sin decir más, cierra la distancia entre ellos, respondiendo al beso con una suavidad que se va intensificando, como si cada segundo estuviera cargado de emociones que no podían ser contenidas más.