De cierto modo, se lo veía venir. No le sorprendía que Olivia le hubiera pedido besar a una de sus amigas en vez de fantasear con la persona más atractiva a su percepción, y la verdad, prefería posar sus labios en los de Camila, antes que lo otro.
No estaba demasiado nerviosa, tenían la confianza suficiente como para eso, así que no le preocupaba demasiado.
Comenzó a caminar en su dirección, acomodando su cabello negrizo detrás de sus orejas, y observando con una pequeña sonrisilla juguetona a su contraria. Muchas veces coqueteaban en «broma», por lo que hacerlo ahora no suponía un problema. Disfrutaba de hacerle muecas, llamarla con el dedo para que se acercase también y de verla rodar los ojos cafés tan profundos y vivaces de la menor de los Castle. Su única preocupación era su padre, pero —y por suerte—, no podía interferir en un Yes Day.
Miró a Camila con una sonrisa de costado una última vez y acercó con algo de lentitud su rostro al de ella, con un poco de rubor en sus mejillas blancas, y a escasos centímetros de su boca, Liraz dejó esa tensión por unos pocos segundos antes de agregar algo—. Vaya, espero que no te decepciones por lo que estoy por hacer, eh. —soltó una pequeña risilla, antes de atacar sus labios de forma dulce, llevando una mano hasta sus mejillas y la otra a su cintura, acariciando ambas zonas. Masajeó sus labios con los de ella por unos cuántos segundos más, intercalando con su labio superior e inferior, antes de separarse para tomar una bocanada de aire, y sellar aquel espectáculo con un pequeño pico y otro fugaz beso en su mejilla—. Quién te mandó a ser tan guapa, viste. —terminó por decir con una sonrisa.