𝖈𝖆𝖗𝖑

damian solía ser especialmente caballeroso con el género opuesto, sin embargo, se engañaba a si mismo. su, cada vez más clara, inclinación hacia los hombres, lo dejaba amparado en una disputa continua. tampoco es que fuera capaz de dar el primer paso, por lo que descartaba cualquier acercamiento romántico o sexual, sin embargo, si tengo que usarlo, llegó a pensar, lo haré. nunca fue alguien realmente activo, y su pasividad, obvia en apariencia, fue enterrada desde el minuto uno bajo una analítica y calculadora frialdad, cruel y homicida. hasta entonces, el tema de sus gustos no había sido gran problema para él, mucho menos de interés público. si se descubriera que el hijo del gran tommy shelby era homosexual, y es más, no tomaba el control de la acción, ¿qué se diría? —¿soy el primero en saberlo, "pequeño"?

—¿es tu diario, carl? —he escuchado cosas realmente malas, cosas muy malas acerca de ustedes los de birmingham. saben cómo jugar con la gente, saben encontrar el punto débil y presionarlo hasta que estalla. y los peaky blinders.. oh, los peaky blinders. sabrían arrancarle los ojos a un hombre con las cuchillas que llevan en las boinas. son temidos, odiados, respetados, alabados. reyes y reinas que tras haber perdido la corona, esperaban ser capaces de sentarse aún en el trono y empoderarse tal y como lo habían hecho anteriormente. —ojalá, carl, puedas estar en el cielo durante una media hora completa antes de que el diablo se de cuenta de que has muerto. —citó. esa frase figuraba en las memorias de su padre a nombre de grace, algo que el andrógino y delgado joven pandillero parecía incapaz de olvidar. —hay cosas muy interesantes por ahí... te gusta la poesía, ¿hmh? a mi también. —puntualizó. —las matemáticas no son nuestro fuerte, y si sigues memorizando esos planes vas a controlar la ciudad entera. 
            
            apoyó la espalda en la pared, y entonces, se cruzó de brazos. hizo un movimiento con la cabeza, apuntando hacia el menor. —¿es eso lo que quieres? ¿controlar la ciudad? ¿estás, por eso, haciendo tantas preguntas? —se reincorporó, incapaz de permanecer quieto en un mismo lugar, y se acercó peligrosamente al menor. se llevaban unos pocos centímetros, así como unos pocos años. —no me guardarás rencor, ¿no? los dos sabemos quién mató a tu padre, eso no va a repetirse, ¿verdad? —hizo ademán de revolverle el cabello al muchacho, sin embargo, no se atrevió a tocarlo. lo pensó mejor, no quería darle pie a poder contra él. quería controlarlo; tenía la traicionera posibilidad de tenerlo en su mano, ahora más que nunca, y tenía que aprovecharlo. —o tal vez quieras besarme.  

oh, pecadores, vengan a mi; reúnanse antes de que nos pongan contra el suelo. hombres como carl campbell podrían acabar con sus imperios; hombres decididos y con un propósito en mente. hombres con determinación, dispuestos a luchar. damian se dio cuenta de que el hijo del inspector chester campbell era esa clase de hombre desde que vio el cambio radical que sufrió su expresión. era capaz de tomar el control de sus emociones y no dejar que le cegaran.. pero hasta cierto punto, ¿cierto? cuando se lleva a una persona a su límite, las cosas son, en su mayoría, diferentes. el de rulos azabaches se descubrió de pronto a si mismo preguntándose cómo se vería el pequeño policía en el borde, como si caer a un abismo fuera entonces más seguro que quedarse en compañía del shelby. éste último se adelantó un poco, pecho hacia fuera, una expresión que oscilaba entre la diversión y lo indeferente, unas pecas mancilladas por el pecado, como si fueran restos de sangre que quedaran sobre su piel salpicada.
            
            sonrió ante la advertencia del muchacho. no fue una sonrisa sincera, mucho menos una amplia o tierna, sino mas bien, burlesca, divertida. —¿yo no puedo hacerlo... —comenzó. —...pero tú sí, campbell? —lo dejó caer; una bomba pícara y rastrera, sucia, violenta. sus sucias manos criminales. como si fuera una broma, el hijo de thomas shelby sacó las manos de los bolsillos y se miró estas, inspeccionando si realmente estaban limpias. alzó una ceja, y entendió todo, de principio a fin. señor, con todo el respeto… thomas shelby fue un asesino, un mestizo, un gángster, y su hijo no es otro cosa que su propio reflejo. ¡o peor! pues lleva la sangre de una mujer que fue prostituta durante mucho tiempo, y eso ni si quiera el apellido shelby pudo quitárselo a lizzie stark. 

¿saldar deudas, tú, con thomas shelby? creo que eres tremendamente afortunado de haber encontrado a "su pequeñajo" en lugar de él, no creo que hubiera tenido la paciencia que estoy teniendo yo contigo.     

mi maldita familia de delicuentes. entiendo por dónde van tus intenciones, carl, pero.. tu padre era un hombre hecho y derecho. te va a costar, y lamentablemente pones tu vida en juego. yo que tú tendría cuidado, tienes suerte de que no lo tome como una amenaza.  

¿crees que tu padre se relajó con los shelby? hmph, bueno, esa no fue la versión de la historia que me llegó a mi. ¿libre del crimen y de la corrupción, carl? deberías empezar entonces por la gente que te rodea, pequeño. eres pequeño, ¿no? bueno. no soy mi padre, al igual que tú tampoco eres el tuyo.. aunque no es que te diferencies en mucho. tú estás vivo. y eres joven.