No tienes que hacer nada, Carmen, porque no es tu culpa que yo sea así de complicado. Tú ya has hecho más de lo que debería pedirte, más de lo que merezco.
—Apple respiró hondo mientras su mano se alzaba con suavidad hacia el cabello de Carmen, enredando sus dedos en sus mechones con una caricia reconfortante y delicada. —Tú me das estabilidad, esa certeza de que siempre puedo contar contigo, y no quiero perder eso. Pero entiendo que no es justo. Yo no quiero romperte, Carmen, y mucho menos que sientas que tienes que competir por algo que ya tienes. Porque sí, mi corazón está dividido, pero tú eres una parte enorme de él. Lo eres todo.
Siguió acariciando el cabello de Carmen, como si ese simple gesto pudiera transmitir todo lo que las palabras no alcanzaban. —Si te digo que te necesito, ¿eso será suficiente? Si te digo que cada vez que pienso en ti siento como si todo tuviera sentido, ¿eso bastará? Porque estoy perdido, Carmen. Estoy atrapado entre lo que siento por ti y lo que siento por Daemon, y aunque quisiera una solución, la verdad es que no sé cómo manejarlo. - Sus dedos continuaron deslizando con ternura por su cabello, mientras Apple alzaba la mirada, vulnerable y honesto. —No quiero que esto te lastime más, pero tampoco quiero que te vayas. Porque sin ti... no soy yo mismo. Tú eres una de las pocas cosas que me mantienen de pie, y te amo por eso, por todo lo que eres y todo lo que me das. Por favor, Carmen, dime que todavía puedo arreglar esto. Que todavía podemos intentarlo...