Querida, es como dice la frase: lo bueno se hace esperar. Tal vez me he tardado en aparecer y no me disculpo por ello, tú mas que nadie sabe lo mucho que disfruto de vivir de mis lujos y de mi juventud eterna. No me podrás culpar por ello, ¿verdad? Y sí, lo sé. También te eché de menos, es imposible contemplar una obra ajena sin pensar en todos los arreglos que harías tú, ni hablar de lo locos que volverías a aquellos actores en el escenario. Sonrío de solo pensarlo, estoy ansiosa por saber cuál será tu nueva observación para mí. La pasión por tu trabajo te vuelve salvaje, ¿no crees? A todo esto, no me importaría conversar en la cama. O no conversar en lo absoluto. Ha pasado mucho tiempo, Carmilla.