— Yo... — Suspiro, sin posibilidades de decir otra cosa más que la verdad; su madre era la única persona a la que no podría mentir, al menos no tan descaradamente. — Hace tiempo tuve una discusión con... la pareja de mi hermano Tezcatlipoca. Digamos que resultó en una pelea, ¡pe-pero fue lo único!, no me he metido en más problemas... Aunque hace tiempo también tuve una discusión con Tláloc, pero eso sí fue culpa mia. — Bajo la mirada, sintiéndose entonces un poco intimidado. No era costumbre en él, más sin embargo, estamos hablando de un hijo contando una travesura a su madre, era obvio que iba a sentirse intimidado. Pareció mirarla, pero solo le sonrió con cierta ¿inocencia? — ¿Una mujer?, ¿te ha dicho algo malo?, ¿ha hecho algo que te haga enojar? — Cuestiono, evadiendo quizá un poco sus otras palabras. Su preocupación era evidente, y quizá un poco exagerada. — Es decir, me alegro que todos te hayan tratado bien, es lo menos que te mereces y si hubiera alguien que no lo hiciera, yo mismo iría y... — Tosió, restando importancia a lo dicho por él. Sintió aquella caricia y una sonrisa más genuina se formó en su rostro, una de sus manos fue para sujetar la contraria en su mejilla, besando un devoción su palma; adoraba esos pequeños gestos que su madre tenía con él. — Tú te ves igual de hermosa, podría jurar que eres incluso más hermosa que cualquier mujer que hayan visto mis ojos.