Nació en las colinas que rodean Mondstadt, en una familia de herreros conocida por forjar no solo armas, sino también carácter. Desde niño, escuchó el eco del martillo sobre el yunque y aprendió que la paciencia, la constancia y la dedicación eran más firmes que cualquier espada. Su infancia transcurrió entre el calor del fuego del taller y la brisa que recorría los viñedos cercanos, aprendiendo que incluso la piedra más dura podía pulirse con tiempo y cuidado.
La tranquilidad de su juventud se quebró cuando un ataque arrasó los viñedos y acabó con sus padres. Solo quedó con su hermana menor, frágil pero valiente, a quien juró proteger con cada aliento de su vida. Ese juramento se convirtió en su norte, y la idea de debilidad, en su enemigo más temido. Así fue como decidió unirse a los caballeros de favonius, no para ganar honor ni reconocimiento, sino para convertirse en la muralla que su ciudad y su hermana necesitaban.
Su visión geo apareció en el momento más desesperado. Durante una patrulla, un derrumbe lo sepultó junto a un compañero herido. No gritó por ayuda: eligió sostener el peso de las piedras sobre sí mismo, resistiendo cada momento con la certeza de que el deber debía anteponerse al miedo. Y entonces, como respuesta silenciosa a su determinación, la visión brilló entre sus manos. Desde ese día, la ciudad lo reconoció como una pieza indispensable entre los caballeros: alguien que permanece firme cuando todos los demás vacilan.