SoyMariaDavenport
– María se separó de sus familiares vampiros y se acercó a ella con pasos saltarines y una sonrisa amplia y despreocupada. Se detuvo frente a Cressida inclinándose ligeramente hacia adelante con las manos a la espalda – Ven, lobito, lobito...¿Por qué la cachorrita está tan seria?
— soltó una risita burlona ahora observándola mejor –
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Será un trato justo, Duquesa
— soltó una risa aniñada moviéndose de un lado a otro por la emoción de poder hacer esto a su manera, y no como a otros le hubiera gustado- nada de trampas, ni juegos de niños…Será simple, tú me enseñas cosas que valgan la pena de tu mundo, o sea lobitos y todo eso, y yo por mi parte te mostraré un secreto en el mío
— Puso su cabeza de lado, como una niña inquieta y preguntona esperando por un dulce – ¿Aceptas? ¿O temes que te enseñe algo más fascinante que lo tuyo?
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— Sé le escapó una risa genuina, no burlona, sino de puro deleite, como si Cressida le hubiera entregado el mejor regalo posible, y más a ella que solo estaba acostumbrada a seriedad – ¡Vampirita! ¡Me encanta! Es mucho más original que cachorrita, lo admito. Tienes estilo, Cressida. Un estilo afilado
— Se inclinó en una reverencia exagerada, pero con una sonrisa sincera - Muy bien, Duquesa Cressida Avery. La propuesta sigue en pie, pero podríamos empezar por un trato
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