Mi niño, mi valiente Daeron, los dioses me han concedido el regalo más valioso de todos al verte de nuevo. ¿Cómo has estado, hijo? ¿Está todo en orden que has venido a la capital a solas? Tu abuelo no me notificó que volverías a casa.
¡Daeron! No sabía que te encontrabas aquí. ¡Qué sorpresa! Te he echado de menos, hermano. ¿Cómo estás? ¿Todo está bien? Luces más alto que la última vez que te vi. Me alegra mucho que estés aquí con nosotros. Bienvenido seas, Daeron.