—miré a la pequeña, sorprendida por el dibujo que me había dado. —Pero si eres una pequeña artista. —tomé la hoja, sonriendo por el dibujo. Me agaché a su altura, dejando detrás de su oreja, un mechón de cabello. —Me encanta el dibujo que hiciste. ¡Me veo muy bien de hecho!