Creo que te olvidas de quién soy ahora, hablas con una hija de loki, hermana menor de Jörmungandr y de Fenrir, princesa de Asgard, primogénita de la reina Tryra Mälekithdottir, y ahora reina Svartalfheim y líder de los elfos oscuros; y por si ni fuera poco fui salvadora de los elfos oscuros, hablas con la mujer que obtuvo su característica cabellera roja por conquistar las llamas del infierno, no creo que haya nadie más egoísta que yo, querido, aunque, contigo todos esos títulos no importan. No me bastaba con saberlo, necesitaba poder palpar esa pertenencia, necesitaba poder asegurarme de que así fuera. Claro que lo sabía, ¿Quién fue sino yo quién te mandó aquellos sueños, aquellos aromas o mi presencia en el Amazonas? Yo me encargué de que no me olvidaras, pero con eso no fue suficiente, quería que pudieras tocar mi piel, fue por eso que cuando la profecía que los Svartálfar habían creado sobre mí, le rogué a todos los dioses presentes que me dejaran bajar antes. Les rogué durante muchos años, siglos tal vez. ¿Sabes cuál fue su respuesta? Me dijeron que la nieta de Malekith el maldito se le permitía volver en el momento indicado. Los dioses no quisieron que me entregara a ti en ese momento, eventualmente pasó, así que nada de eso importa. Pude haber vuelto contigo cuando tenía apenas ocho años de haber vuelto a la vida en lugar de esperar dieciocho, pero tenía que forjarme de conocimiento sobre lucha, no era suficiente el ser buena para torturar gente, tenía que volverme reina de Harudheen para cerciorarme de que aunque fuera la heredera me fueran leales para poder protegerte si una guerra de cualquiera de los nueve mundos no pudiera afectarte, tengo a dos reinos a mi favor para poder protegerte. Oh, querido, sé perfectamente que harías cualquier cosa por mi, pero matar... Tus manos no fueron creadas para mancharse de sangre (+)
