Las nacionales del equipo de béisbol del que formaba parte Nathan habían acabado el día de ayer, con una victoria y cansancio por una gran celebración durante gran parte de la noche, el más joven de la familia Russell arribó al aeropuerto de la ciudad donde residía. Revisaba su teléfono, y a pesar de que había insistido en que podía regresarse solo, buscó alguna notificación que avisara que el señor Russell, el guardaespaldas de su familia, ya estaba en el lugar o que estaba de camino; le costó un par de segundos darse cuenta de que no había nada y, entonces apagó su teléfono y guardó sus auriculares inalámbricos para buscarlo por su cuenta.
Al estar en el pasillo principal del aeropuerto, su mirada reconoció la figura de Eleanor inmediatamente, pese a la distancia en la que estaba aún de ella. Se había acostumbrado a verla a donde quiera que fuera su familia, así que, conforme habían pasado los años, había logrado estudiar hasta la mínima facción de la chica, lo que hacía o las cosas que le gustaban para encontrarle el lado "negativo" y cliché para molestarla; y no era que no le agradara, de hecho, le parecía bastante simpática, simplemente le causaba gracia cómo perdía rápidamente la paciencia con él por sus bromas pesadas o comentarios de burla.
Cuando estuvo cerca de ella, le arrebató el teléfono y colgó la llamada en la que estaba para que pudiera prestarle atención y, acto seguido, le habló.
—¿Dónde está tu padre? —Preguntó, su tono y mirada, que rebosaban confusión, se posaron en la más baja, esperando una respuesta.
