V.
Finalmente, después de un largo tiempo de vagar y esconderse, Emeri encontró su camino hacia la Academia. En este lugar, no solo pudo aprender a controlar sus habilidades, sino también conocer a otros como ella: personas con poderes únicos que, al igual que ella, no encajaban en la sociedad común. La academia se convirtió en su refugio, el primer lugar donde no se sentía completamente aislada. Allí aprendió a usar sus poderes de manera estratégica, dependiendo de las circunstancias, y a encontrar la estabilidad que necesitaba. Después de varios años ahí y con un mayor control sobre sus habilidades, Emeri decidió que era hora de enfrentarse a su pasado. Fue entonces cuando regresó a su ciudad natal, donde descubrió que su madre nunca dejó de buscarla, aunque sin éxito. El reencuentro fue emocionalmente intenso, pero la falta de tiempo y las cicatrices del pasado crearon una barrera emocional entre ellas. Sus hermanos, quienes nunca dejaron de sentir su ausencia, también se vieron sorprendidos y confundidos al ver su transformación tanto física como emocional. Aunque intentó compartir su experiencia, sus hermanos no podían entender completamente lo que había vivido. A pesar de las tensiones y la falta de comprensión total, Emeri comenzó a reconstruir sus lazos familiares, aunque el dolor de los años perdidos siempre permanecería.