— dejó escapar una risa baja, aceptando el apretón de manos con una sonrisa que mezclaba diversión y desafío. — Ezra, ¿eh? Bueno, no te preocupes, no soy de los que regalan apodos a la ligera. Aunque, si lo hiciera, te aseguro que sería lo suficientemente bueno como para que incluso tú lo usaras.
— Se inclinó ligeramente hacia adelante, su tono adquiriendo un matiz juguetón pero con un filo sutil. — Pero ya que mencionas la crueldad, me intriga ver hasta dónde llegarías. Tal vez hasta me sorprendas.