@SoyFrederickTravers
—Un sobre tono carmesí apareció mágicamente sobre el escritorio lleno de papeles del contrario, dentro de este venía una nota que cargaba con tensión y un sin fin de emociones, decía:
Él ha vuelto, opción no tengo.
Perdóname, fue un gusto
Señor Travers.
/El hombre alzó la vista hacia la puerta al escuchar su nombre. La penumbra del cuarto apenas dejaba ver el desastre en ella: una copa hecha añicos en el suelo, el espejo del tocador con una grieta que lo atravesaba como una cicatriz, manchas oscuras de vino y un rastro rojizo sobre la alfombra.
/Él mismo también era parte de aquella escena: llevaba la corbata suelta, su camisa arrugada y los nudillos de la mano derecha abiertos y lastimados, con sangre seca. Aun así, se irguió con un aire de falsa compostura, como si la elegancia de costumbre pudiera recomponerlo.
—Frederick... /Pronunció, apenas un hilo de voz, cargado de un cansancio que ni el alcohol lograba suavizar.
/No añadió nada más, sosteniendo la mirada de su amigo con un esfuerzo que parecía quebrarse en cualquier momento.
— señor frederick. . / respondió el joven con ligera sorpresa. — ¿qué lo trae por aquí?
/ El joven lo miró en silencio unos segundos ante la petición, la tensión reflejada en el leve fruncir de sus labios. No respondió de inmediato; solo tras un respiro lento, desabotonó un poco su camisa y deslizó con cuidado el cuello de ésta hacia un lado, dejando ver la mordida en su hombro.
Un ligero rubor coloreó su rostro, aunque mantuvo la compostura.
— No es tan grave como podría parecer, solo molesto. .
/ Sus dedos rozaron el borde de la tela, debatiendo entre cubrirse de nuevo o dejar que el auror examinara mejor la marca.
/ El menor abrió los ojos con un leve sobresalto, instintivamente retrocedió un paso cuando el contrario se acercó más de lo esperado. Sin embargo, cuando el auror tomó con cuidado su muñeca, no se resistió del todo, aunque se notaba en la rigidez de su postura que no estaba convencido de querer mostrar aquello.
/ Apartó la mirada, un leve rubor ascendiendo a sus mejillas, y guardó silencio unos segundos. Indeciso en si contarlo o no. Al final respiró hondo, los dedos temblándole apenas bajo la presión de la mano ajena.
—Él. . me tomó por sorpresa. Le dije que no quería seguir y él simplemente lo ignoró. Intenté apartarlo, pero fue inútil. No escuchó cuando le pedí que se detuviera. . . / el joven hizo una breve pausa, y luego continuó. — . . . me mordió el hombro.
Frederick, buenas noches.
Que no se te suba a la cabeza eh. —suelta una pequeña risita estando divertida por la situación.— no me molestas, tranquilo. ¿De verdad no quieres algo?
Se acomodó de mejor forma en aquel sofá para verlo mejor.— digamos que Tom Riddle no es de lo más fanático si de “querer” a sus hijos hablamos, para él solo son piezas de su juego, peones. Además, no se ha dejado ver desde hace uno o dos años. Así que si, en pocas palabras tengo que lidiar yo con esto. —se encoge ligeramente de hombros.
—giró hacia él por un momento para después buscar en un estante un libro grande y con muchas páginas para regresar a donde él y ponerlo en la mesita de centro.
La vida de autor debe ser muy pesada pero aprecio que hayas querido venir a verme, admito que te extrañe, pero no te emociones tanto. — jugueteó un poquito.— Quieres beber algo? Lo que quieras. —ofreció luego recordando la pregunta anterior.—
Son elfos de los Riddle, cierto tiempo vienen aunque últimamente están mucho por aquí y no me sorprende, andan rondando muchos magos en busca de Aegon. —suspira acercándose al mayor invitándolo a tomar asiento.
Espero no estés huyendo, Frederick.
Aprecio tu disponibilidad. Y estás en lo correcto. No planeo pasarlo con otro omega. No le faltaría el respeto a Etamin de esa manera.
Solo serán 2 o 3 días de fiebre, insomnio e irritabilidad. Puedo sobrellevarlo. Únicamente debo asegurarme de no estar cerca de él.
¿La mansión Malfoy y la mansión Riddle cuentan como un sitio peligroso? —Contestó y ladeó suavemente la cabeza y extendió su mano con una pequeña sonrisa en su rostro —
Luke, Luke Slytherin.
—El menor comprendió de que hablaba el contrario, contuvo una risa, y sus mejillas se tornaron coloradas, sonrió y se encogió de hombros—
Yo no, pero depende a quién le preguntes.
Según mi abuelo, fácilmente puedo ser una máquina de muerte, pero no me veo en ello.
—Alzó las cejas y le prestó total atención al mayor, lleno de curiosidad e intriga.
La descripción le dejó perplejo, ladeó suavemente la cabeza —
¿Y es bastante peligroso?
— preguntó ladeando la cabeza, entrecerró los ojos, su vista se posó en la sonrisa del mayor —
Lo supongo, digo, es necesario para su labor, deben saber desvelar cada interrogante.
— Su tono fue risueño, y al final apartó su vista del otro para luego regresarla al mayor, volvió a sonreír ante la última afirmación y asintió suave—
Ya lo veremos, ahora que lo pienso, ¿Que trae a un auror por acá? Digo, hace mucho no veía a alguno.
/ El aviso de una visita a esa hora y sin previo aviso, fue inesperada para el joven Malfoy. Indicó al elfo que lo dejara pasar y lo esperó en la sala de estar, donde anteriormente se encontraba leyendo un libro y su pequeña bebé jugaba en la alfombra.
Su mirada esmeralda se posó en la figura que cruzó el umbral de la puerta. Parpadeó una vez al reconocer al visitante, y con un gesto sereno, cerró el libro sin prisa.
—Buenas noches, señor Travers.
/ Respondió con cortesía, sin sonar distante, aunque tampoco con familiaridad—No se preocupe, no interrumpe nada importante.
El joven se incorporó con elegancia, ajustando el cuello de su túnica de lino claro. Sus ojos, se posaron sobre el rostro del auror con cierta atención inquisitiva, pero no impertinente.
—¿Sobre qué necesita hablar?
/ Inclinó apenas la cabeza, una leve sonrisa curvando sus labios al oír el nombre de su amiga.
—Crisantemos / respondió sin dudar.
/ Desvió la mirada un instante hacia la bebé, que seguía jugando tranquila, antes de añadir con naturalidad:
—Aunque. . si quiere que el gesto sea realmente especial, podría acompañarlos con algo más personal. Un pequeño detalle que diga algo de usted. Necesitará ser auténtico para tener completamente la atención de Martina.
/ Sugirió y comentó con suavidad.
¿Le he visto antes?
—Frederick. Justamente con quien tenía una conversación pendiente.
/Respondió el mago, alzando la mirada con una sonrisa apenas insinuada.
—Dime, ¿cómo fue tu noche con Martina? Han pasado un par de días, ¿Ya le has enviado flores?
/Preguntó y se acomodó con elegancia en el sillón, dejando caer una pierna sobre la otra mientras lo observaba con atención divertida.
—No lo sabía /respondió, sin apartar la mirada, aunque su tono seguía siendo sereno.
/Se recargó ligeramente en el respaldo del sillón, con la copa aún entre los dedos.
—Martina no me lo mencionó… pero tampoco veo por qué tendría que hacerlo. No todos cargan con su pasado como si debieran justificarlo.
/Hizo una pausa breve, ladeando apenas la cabeza.
—Tú estás de acuerdo con eso, ¿No es así?
—Vaya, eso sonó serio /comentó Marc, dejando la copa sobre la mesa con un gesto pausado.
/Se inclinó hacia un costado, tomó la botella de coñac y la levantó levemente en dirección a su amigo, en una invitación silenciosa.
—¿Quieres un poco? Tal vez la conversación lo amerite.
/Sirvió si Frederick aceptaba, con la misma calma meticulosa de siempre, y luego se acomodó de nuevo en su asiento, cruzando las piernas con elegancia.
—Te escucho.
—Curioso que lo hayas notado, considerando que tú también tenías el pulso algo alterado.
/Respondió con suavidad, tomando la copa de coñac que reposaba cerca y llevándola a los labios sin apuro.
/Bebió un sorbo antes de continuar, manteniendo la mirada fija en su amigo.
—Etamin y yo tuvimos una velada... interesante.
/Dejó que el silencio hablara un momento, con esa media sonrisa suya que decía mucho sin decir nada.
—No creo que estés interesado en los detalles, ¿O sí?
/El mago Rosier descendió por la escalera principal con la misma calma con la que uno se sirve una copa de vino: sin apuro, pero con propósito. Vestía con sobriedad elegante —pantalones oscuros, camisa marfil de seda y un chaleco gris azulado con botones antiguos—, el cabello peinado con esmero y el perfume discreto pero reconocible.
/ Al entrar al salón, sus ojos se posaron de inmediato en la figura recostada contra la columna. Su amigo. Con esa mezcla tan suya de elegancia relajada y seguridad innata. No pudo evitar una pequeña sonrisa.
Era reconfortante, en cierto modo, tenerlo allí antes que a nadie. Como un ancla firme antes del despliegue de lo que, esperaba, sería una velada bien orquestada.
—Puntual como siempre /Dijo con naturalidad mientras se acercaba, tomando él también una copa—. Justo a tiempo para asegurarte de que no me haya vuelto completamente dramático con la decoración.
Alzó su copa apenas, en un brindis silencioso, y se apoyó a un lado, compartiendo con Frederick ese breve momento de pausa. Afuera, la noche terminaba de asentarse.
Y adentro, todo estaba listo.