| Hola, mi guapa pelirroja. Estoy segura de que justo ahora estás cerca de aquellas estrellas que puedo admirar desde mi ventana, al fin y al cabo por eso decidí venir a dejar por primera vez un mensaje desde que todo ocurrió. Han pasado unos meses ya, aún siento el trago amargo después de la llamada de tu hermano. Qué tristeza, angelito, qué tristeza. Hace demasiado tiempo que la vida perdió su sabor a miel; exactamente desde que decidiste irte de aquí. Anhelo, realmente, que estés en un mejor lugar, donde no tengas que preocuparte por nada más que peinar tu alborotado cabello rojo, o cuidar de tus delicados y finos labios, también de hidratar tu piel correctamente porque te estresaba verla seca. Una parte de mi ya te soltó, sabes, pero la otra se sigue aferrando al deseo de algún día ir contigo a esa feria en ingolsdat que tanto mencionabas, levantar y posiblemente discutir por quién es más bonita que la otra y finalizar esa discusión con un beso inesperado para ambas. Oh, por si no lo mencioné antes, gracias a ti hice a mi nena de origen alemán, ¿Recuerdas que hace unos años se llamaba Franziska? Bueno, ahora se llama Katharina y sí, desde que te conocí y me contabas sobre lo maravilloso que es Alemania decidí hacer a mis nenas así, eso lo alcanzaste a ver. Hoy por fin fui capaz de si quiera nombrarte en una conversación con la novia de esta bebé, sabes, fue un logro bastante grande porque a pesar de estar llorando, no está el sentimiento de culpa o tristeza ya, solamente la nostalgia de recordar todo. Sí, te he dejado unos cuantos mensajes en ig pero no es lo mismo, deseaba soltarlo por aquí. En fin, gracias por todo, mi dulce amanecer. Fuiste y serás siempre el amor para mi vida. Te amo, mi pequeño sol, hoy, mañana, y para siempre, en cantidades que no te alcanzas ni a imaginar. — siempre tuya, Abril.