Megumi.

¡Claro que las necesitas! No quiero que pienses que lo olvidé. Me voy asegurar de no repetirlo otra vez, me imagino que es un poco (demasiado) difícil de controlarla. ¿Un señor? ¿De casualidad... tenía una cicatriz en el labio? ¡Creo saber de quién hablas! Conociéndote no vas a escucharme, ni siquiera tener interés sobre él, así que me ahorro las explicaciones. Estás muy chiquito para saberlo, pequeño Megumi. ¿Mí novio– ¡Hablas de Suguru! Fue por las niñas, seguramente las traiga en algún momento... para que empieces a convivir con ellas. Insoportables, pero podrás con eso. Siempre lo haces. 

Tan temerario como lo era su madre. El pensamiento atraviesa su mente, pero se ahorra el comentario. Por si las moscas.
            
            —¿Y a dónde vas, eh? — Una pequeña prueba.

Calmate, Megumi Fushiguro, no soy experto en hablar con niños o personas con tu misma edad. ¿Entiendes? En parte no conozco detalladamente a tu padre, pero si que te pareces a el por una foto que me mostraron.

Es difícil explicártelo debido a tu edad, así que te lo resumiré en pocas palabras y que tú mente pueda entender y procesar. Me lo contó un pajarito. Y mis marcas también será complicado decirlo, disculpad.