Al fin tengo el honor de conocerte … —comentó el de piel pálida, tomando con delicadeza la mano de la sirena que había captado su atención desde el instante en que la vió. Con un gesto elegante, la elevó hasta sus labios, dejando un beso suave en el dorso mientras sus ojos permanecían fijos en los de ella. Se inclinó hacia su oído, acortando la distancia para bajar un poco su tono— Gwen, ¿no es así? —Una leve risa con toque juguetón, escapó de sus labios al percibir el sutil aroma de su cuello ante tal acción, haciéndolo dejar un beso ligero cerca de su yugular, seguido por otros más, subiendo cada uno por la curva de su mandíbula hasta alcanzar su barbilla. Una sonrisa se dibujó en su rostro, achicando sus ojos y mostrando sus colmillos blanquecinos antes de morder la piel con suavidad, aumentando poco a poco hasta que unas diminutas gotas de sangre emergieron de la piel ajena, obligándolo a separarse. Observó el carmesí con interés, limpiándolo con la yema de su pulgar y llevándolo a sus labios para saborearlo con intenciones claras. Finalmente dejó un último beso sobre las marcas que había dejado y retomó su postura. — Espero verte pronto. — Dijo con una sonrisa, como si nada hubiese ocurrido. —