¿Ah, sí? Jamás un hombre me había dicho algo así. La mayoría, cuando hablan conmigo, no pierden la oportunidad de compararme con una versión femenina del psicópata de mi padre. Dicho esto, suelen marcharse o muestran poco interés en conocer a mi persona. Sin embargo, debo admitir que me place escuchar que no compartes la cercanía con tu hermana o tu padre. Perdona mi sinceridad, pero ambos me parecen a unas víboras venenosas en su nido ajeno. Claro está, entiendo tu pesar; yo misma he sufrido algo similar con mis primos, aunque tú tienes la desdicha de que sean tus sobrinos. En cuanto a Moondancer, está en excelente estado, aunque debo decir que se ha vuelto más voraz con el tiempo. Aun así, goza de buena salud, y si te interesa, un día podría mostrártela. Mi pequeña suele ser más amigable con quienes reconoce a mi lado, algo inusual para los dragones, pero verdadero. ¿Has tenido el placer de ver a Tessarion últimamente? La Reina Azul es de lo más hermosa; sus escamas dejan tras de sí una estela de resplandor azulado, como si el cielo se rompiera a su paso ¿no crees?. Además, no solo la extraño a ella, sino también a Daeron. Si alguna vez te encomiendan la tarea de cuidar a tus sobrinos, espero que sean Helaena y Daeron, los únicos que tolero de esa familia que tanto caos provoca. Ambos son sensibles, pero no en el mal sentido; son soñadores, capaces, e increíblemente nobles. Nada desearía más que estuvieran bajo la protección de alguien que realmente los ame y se preocupe por ellos. Y, por favor, claro que puedes ahorrarte las formalidades conmigo. Entre nos, no soporto ser llamada ‘princesa’ ni todo lo que conlleva. Habla conmigo con confianza; soy tan mortal como tú, y prefiero la honestidad al peso de los títulos.