Los años pasaron y con ello fue creciendo, vivía en el mundo de la luz sin embargo no puedes escaparte de tu destino. Antes de su nacimiento fue entregado como un demonio con la promesa de que debería seguir con su destino al cumplir la mayoría de edad si a cambio las riquezas, la buena vida y la salud comenzaban a hacerse presente en aquella familia. Un legado que cumplir impuesto por su padre.
Hotoke fue de los primeros en unirse al grupo, sus habilidades no eran ninguna broma. Sobre el escenario lograba hipnotizar con su canto casi celestial, irónicamente. Y su belleza, tan eterea que lograba esa sensación mágica, como si se tratara de una criatura fuera de este mundo. El joven podía enloquecer a la audiencia con un par de gestos, una sonrisa o unas cuantas palabras. Definitivamente era eso, tanto fuera como dentro del escenario parecía ser un algodón de azúcar, tan dulce que se deshace en tu boca pero adictivo, extrañamente adictivo que solo te hace querer más de él. Tiene una personalidad carismática, tierna pero también es atrevido, alocado y travieso. Varias veces fue tendencia por su presencia en fiestas, bailando entre las luces que parpadean o la oscuridad, bajo los efectos del alcohol siendo libre generando intriga y misterio, era increíble pero jamás los medios le reclamaron por no comportarse bajo el estándar de lo correcto. En su lugar solo lo vieron con asombro y quisieron más, muchísimo más, querían verlo en todos lados como si fuera una adición que te consume.