Mi bello durmiente. Tomé la decisión de ponerme cursi aquí también. Planeaba esperar unos días más para hacerlo, pero sabes que soy impaciente.
Ya no es ningún secreto que me gustas y que me tienes de rodillas ante ti, porque te lo he dicho en reiteradas ocasiones, y a eso se suma lo muy afortunado que me siento al saber que es mutuo. Llegaste a mí como un rayo de sol, iluminando cada minuto, cada hora, cada mañana y cada día entero, haciéndome sonreír con todas tus palabras y bromas. Desde el primer momento en que hablamos, me hiciste sentir cómodo contigo. Siempre, pero siempre, me sentiré feliz de haber conseguido tu amistad y, ahora, que me quieras como yo a ti, más allá de lo amistoso. No es mentira cuando digo que me tienes totalmente cautivado, encantado, embobado y poniéndome como un tonto cada vez que te tengo cerca. No sales de mi cabeza y anhelo tenerte entre mis brazos lo más pronto posible cuando estamos separados. Para otros, quizás eso sería una exageración, pero tú y yo entendemos esa necesidad. Eres mi todo. Para ser sincero, lo único en el mundo que puede calmarme, hacerme sentir en completa paz y tranquilidad con solo una acaricia. ¿Sabías que tu sonrisa es mi favorita? Tus ojos, tus labios, tu risa, tus chistes... tus comentarios juguetones cuando solo estamos tú y yo. Amo escucharte hablar. Todo lo que te hace ser tú, cada rincón de tu cuerpo y tu alma, lo amo y deseo protegerlo. Te quiero a mi lado y por muchos años, seguir viéndote crecer, hacer lo que te gusta y lograr todos tus sueños y metas. Quiero ser la persona que te apoye en los momentos difíciles, el primero en felicitarte en esos días buenos y llenos de alegría después de lograr un objetivo, ser el hombro donde puedas apoyarte o los brazos donde quieras acurrucarte y ocultarte del mundo. Quiero ser todo eso, si me lo permites. Resha, mi dulce y bonito bebé (aunque digas que no lo eres), ¿me dejarías serlo? ¿Me aceptarías como tu novio?