Jean se despertó, sintiendo los ojos pesados y abriendo su boca en grande para bostezar, sintiendo un poco de saliva húmeda en el mentón y parte de la mejilla. La somnolencia seguía en su cuerpo, manteniendo un reclamo que parecía no tener intención de abandonarla pronto. Su actitud era perezosa y floja, y estaba a punto de dormir por más tiempo, sobretodo después de no haber pegado el ojo durante toda la noche. Pero su mente se acordó súbitamente de que había quedado con Logan, y decir que saltó de la cama era quedarse corto.
Jean era una mujer que hacía las cosas tranquilas, a su tiempo, sin apresurarse; pero ahora estaba usando sus propios poderes para buscar ropa en su armario mientras lavaba su rostro en el baño con ímpetu. Agarró con rapidez la camisa roja junto a los pantalones negros que flotaban en el aire después de quitarse lo que traía puesto antes, y se ayudó de nuevo con sus poderes para terminar de abrochar la blusa. Se detuvo por un momento y se contempló en el espejo del baño: le faltaba algo de color. Decidió pellizcar sus mejillas y ponerse algo de labial, nada demasiado llamativo, pero algo que hiciera destacar su boca.
Salió con rapidez de su cuarto, saludando con voz ronca de sueño a los alumnos que no estaban absortos decorando los pasillos o sus propias habitaciones. Cuando finalmente llegó a la sala y vio a Logan junto al árbol, se acercó a él con expresión apenada y culposa.
— Lo siento, me quedé dormida. Cerré los ojos unos segundos y... —murmuró, negando con la cabeza y suspirando, pasando las manos por su cabello suelto y largo. Cerró los ojos por unos segundos y, cuando los abrió, miró a Logan con una media sonrisa y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado—. ¿Empezamos?