Kai, eres un ángel. ¿Lo sabías? Y mira que lo digo yo que tengo descendencia de uno. Tú alma se siente tranquila y limpia, aunque cargue consigo el peso de algo. ──── ladeo su rostro con curiosidad y se recargó sobre su hombro con toda la confianza del mundo. Cuéntame sobre los reyes mangos, digo. Magos. ──── se corrigió de inmediato, soltando una suave risa después pero se desvaneció ante la mención de Suguru Geto y el amor. Al señor Geto le quisimos de una forma pura, tal vez porque fue nuestro salvador y el único que nos tendió la mano, se puede confundir. El amor de madre es… Raro. A veces sentía que la señorita Kaede nos quería de esa forma, pero jamás tuve una, no puedo decir con exactitud si fue así, porque luego sentí un sentimiento profundo de vacío en su ausencia y supongo que por eso huí de ella, activé mis barreras para no salir herida, es preferible alejarle a que nos aleje. Es raro el amor, contigo no tengo esas barreras. Pero tengo la creencia que el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Para mi eso es el amor. Y tú la personificación de el, creo yo. ──── sugirió como si nada, manteniendo su cercanía. No te preocupes, Kai. Jamás estarás solo, y no permitiré que nadie te moleste de nuevo, seré tu ángel de la compasión, tú ángel de la guarda, mientras yo viva, jamás tendrás que sufrir solo de nuevo. ──── negó repetidas ocasiones ante la mención de Mahito y Sukuna. Por mi, los dos deberían morir, aunque creo… Solo creo que Sukuna ya no es tan malo como parece, solo es hostil. O bueno, como para que tenga una esposa, habla de lo mucho que se propuso ser bueno en algo.
