Me acerqué despacio, jugando con la tensión del momento, para ser más especifico, la que había entre nosotros siempre que nos quedabamos solos. Había una pequeña presión de todos mirando, pero al mismo tiempo, en cuanto te tuve frente a mí, todo lo demás desapareció, como las películas Coloqué mi mano suavemente en tu nuca, haciendo masajes con la yema de mis dedos y, sin dar más vueltas, te besé. Lo que debía ser un beso rápido, se volvió otra cosa. Nuestros labios se encontraron con naturalidad, como si hubieran sido hechos para quedarse juntos y no quise separarme; lo sentí cálido, familiar, como si el juego hubiera abierto la excusa perfecta para darnos nuestro primer beso, uno del cual había estado ansioso por darte. Fue cuando mis manos bajaron hacía tu cintura, sujetando de esta para pegarte más a mi, demostrandote que solo existías tu para mi, como el primer día en que nos topamos por accidente. Luego de unos segundos, mis labios chuparon tu labio inferior, jugando con este lo suficiente para que recordaras lo de hoy y dejé un pequeño beso sobre tus belfos.— Lo recordaré hoy, mañana y siempre. Mi bonita.
