Aunque el frío venga
a escarchar los besos,
que derramarte, deseo;
aunque la noche venga,
nos atrape
y al final nos vista de nadie,
de nada,
de absoluto vacío
en mitad del sueño;
aunque el día de hoy
también termine
partido por un rayo
como una mirada asustadiza
que llora en silencio.
Aunque
a pesar de todo,
no olvides
que yo siempre guardo en el bolsillo,
acariciada entre los dedos,
un poco de arena
y una caracola,
para que nunca se duerma
sin mí y sin este mar,
que ya te sueña,
el hambre de tus pasos
hasta mi puerta.