La historia de Léonie comienza cuando apenas era una niña, criada bajo el cariño de su madre en las calles llenas de vida de Mondstadt. Desde pequeña, Léo mostró un alma curiosa. Gracias a las historias de su madre, supo que su padre había sido un Caballero de Favonius. Su madre se encargaba de recordarle siempre las enseñanzas de su padre: justicia, disciplina, dedicación y el cuidado de los demás. Los caballeros, encargados de velar por la paz de Mondstadt, eran para la pequeña Vogelheim un ejemplo a seguir. Cada vez que veía a alguno de ellos en los puestos de comida o de alquimia, corría hacia ellos y podía pasar largo rato escuchando sus relatos sobre cómo derrocaban enemigos y mantenían segura la ciudad. Una noche, mientras hablaba con su madre, Léo preguntó si algún día podría ser como ellos. Su madre solo rió, como si la inocente pregunta de su hija fuera una simple broma.
Sin embargo, desde ese momento, la niña comenzó a entrenar con determinación. Un día se encontró con la que en ese entonces era la líder de los Caballeros de Favonius, y allí comenzaron sus entrenamientos. La mujer le prometió que algún día sería un caballero tan increíble como los demás, incluso más, y esas palabras quedaron grabadas en el corazón de Vogelheim. Cuando tuvo la edad suficiente, ingresó formalmente a los Caballeros de Favonius, destacando por su desempeño admirable y presumiendo siempre que había sido entrenada por la líder.